miércoles, 26 de septiembre de 2007

El castigo dantesco a la soberbia del coronel de García Márquez

A pesar de que el actuar del coronel, en la novela El coronel no tiene quien le escriba de Gabriel García Márquez, presenta los castigos a la soberbia --u orgullo-- y ambición que propone Dante en su Divina Comedia, nos dedicaremos en este ensayo --debido a la extensión que requeriría ocuparnos de los dos-- al primer pecado.
Aunque es muy probable que el autor colombiano no haya tenido la intención, ambos textos tienen características similares en cuanto a un castigo --o un aparente castigo en el caso de la novela del premio Nóbel-- que literalmente "cae" sobre los personajes; me refiero, específicamente, a la lluvia.
La palabra lluvia y sus similes y sinónimos se repiten constantemente en la novela; desde la primera página aparece la oración "Llovía despacio pero sin pausas" (García Márquez 9). Los efectos de la lluvia se manifiestan explícitamente, según la exégesis de un narrador que todo lo sabe, en el organismo del coronel; "(sentía) que se pudría"(50) dice. Luego, con un discurso referido -- la voz del coronel--, completa la idea planteada anteriormente al enunciar: "Todo será distinto cuanto acabe de llover" (50). En la Divina Comedia la lluvia aparece como un castigo a los golosos y a los soberbios: "Io sono al terzo cerchio de la piova eterna, maledetta"(Alighieri I, VI, 7-8) (Yo estaba en el tercer círculo de la lluvia eterna, maldita). Para completar el argumento puedo remitirme a otra idea de Dante, apenas posterior a la recientemente citada: "per l´aere tenebroso si riversa; pute la terra che questo ricive"(I,VI, 11-12) (por el aire tenebroso se reverencia la putrefacción que la tierra recibe).
Más adelante explicaremos el "aire tenebroso" en El coronel no tiene quien le escriba; lo que ahora nos concierne es la idea de "tierra putrefacta" como consecuencia de la lluvia. "Volvió a sentir el mes aciago (octubre, que se manifestaba mediante una lluvia casi constante) en los intestinos"(García Márquez 9), la segunda y tercera cita de este ensayo y "nos estamos pudriendo vivos" (11) son sólo algunos argumentos que me permiten hacer esta pregunta: ¿cuál es la metáfora que relaciona a los intestinos con la agricultura? La respuesta sería entrañas. Las entrañas son donde, evidentemente, echan las raíces las plantas: la tierra. Tanto los vegetales como los animales nos podrimos. La palabra "entrañas" relaciona, entonces, a la tierra con el ser humano. Con ello he comparado la acción de la lluvia en el tercer círculo del infierno con el coronel. Para ser más contundente cabe señalar que los castigados por la imaginación de Dante están sumergidos en la tierra: "sopra la gente che quivi è sommersa" (Alighieri I, VI, 15) (sobre la gente que aquí está sumergida).
El "aire tenebroso", ya antes citado en la Divina Comedia, parece manifestarse al principio de la novela del colombiano en la esposa del coronel: "Pasó varias semanas (el coronel) en vela, atormentado (cabe señalar que el castigo infernal es un tormento) por los silbidos pulmonares de la asmática" (García Márquez 19). La palabra "silbido" tiene una estrecha relación con "viento", ya que la primera se manifiesta, como fenómeno de la Física, como consecuencia de un soplar, de un "viento". ¿Cómo entonces comprobar que dichos "silbidos" de la asmática son, en efecto, tenebrosos? Para ello me bastará decir que la mayoría del discurso y prosopografía de la mujer está relacionado con la muerte, la soledad y la penumbra, sobre todo en la primera parte de la novela donde emite ese "silbido": "La mujer pensó en el muerto (...) Cuando terminó el café todavía estaba pensando en el muerto (...) --Debe ser terrible ser enterrado vivo" (8); "(El dormitorio era) demasiado estrecho para la respiración de una asmática" (9); "(la mujer pensó que) por la vitalidad de sus ojos (de su esposo) no parecía conservado en formol"(13); "Era una mujer constituida apenas de cartílagos blancos sobre una espina dorsal arqueada e inflexible"(8). La esposa es, entonces, tétrica, perversa, oscura, tenebrosa.
Por medio de los textos se comprueba el exacerbado orgullo --soberbia--del personaje y que este sentimiento pecaminoso es acompañado de la lluvia. "En la plaza comenzó otra vez la llovizna (...) --Coronel, espérese y le presto un paraguas. El coronel respondió sin volver la cabeza. --Gracias, así voy bien".(13-14) "--Métase aquí, compadre (al paraguas) --Gracias, compadre (...) (el coronel) no aceptó la invitación" (14) serían tan sólo unos ejemplos del sentimiento que implica la creencia de no necesitar al prójimo, de ser superior.
Posteriormente a lo citado, el coronel no quiere hablar sobre el gallo de pelea con el compadre, lo que parece provocar el cese de la precipitación pluvial: "Ya no llueve más" (17) dice el coronel. El gallo se convierte en un motivo de orgullo: "El coronel se ocupó del gallo a pesar de que el jueves habría preferido permanecer en la hamaca" (19) La consecuencia es la idea siguiente: "No escampó en varios días" (19) Posteriormente se reafirma ésta hipótesis: "Todos están ahorrando para apostarle al gallo (comenta el coronel) (...) Ellos dicen que es el mejor del departaento (...) vale como cincuenta pesos".(20)
Me parece que he comprobado la relación en cuanto al "pecado" de soberbia entre los textos. Los argumentos sobre las diferentes manifestaciones de orgullo del coronel, como el ocultar su pobreza o sus discursos de cuando estaba en el ejército, y los referentes a la transformación del gallo en motivo de avaricia y su consecuente castigo o el tormento que sufre el coronel y que es equivalente al de los soberbios en el purgatorio de la Divina comedia, deberán ser materia de otro ensayo.
Lista de obras citadas
Alighieri, Dante. Divina Comedia. "El Infierno".
García Márquez, Gabriel. El coronel no tiene quien le escriba. México: Ediciones Era,
2007.

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