miércoles, 26 de septiembre de 2007

Reseña de "Operation Ground and Pound" de Dragonforce

Una de las bandas relativamente nuevas que está abriéndose paso entre los lugares que pueden llegar a formar los hitos generacionales --si no globalmente, en un gran número de países de occidente-- es, sin duda alguna, Dragonforce. Ello se viene a mostrar en la evolución musical que han venido adquiriendo sus composiciones. Como ejemplo tenemos el nuevo sencillo que se desprende de su disco Inhuman Rampage y lleva por título Operation Ground and Pound.
A pesar de que las diversas piezas de speed metal pueden sugerir a los poco conocedores que "todas las rolas se parecen", esta canción tiene un comienzo que, no se puede negar, es inconfundible. Haciéndo gala de la herencia de sus predecesores ingleses que sugirieron una gran influencia a esta banda -- me refiero especialmente a Led Zeppelin y a Iron Maiden-- la presencia de la música tradicional celta no sólo se sugiere sino que se evidencia. El inicio de la canción parece poner en el presente una composición de gaitas, flauta y percusiones producidas por el golpe de los pies al bailar.
Si bien el sonido estridente de los metales y la electricidad pueden desviarnos un poco de la intepretación ya establecida, el ritmo primero de las guitarras con su sucesión de escalas acústicas nos remiten a una composición de gaita puramente celta. Posteriormente, unos segundos más tarde, se hace evidente mediante la inclusión de una melodía en un teclado eléctrico que emula una flauta. En ese preciso momento los discursos de los diferentes instrumentos se funden y el mismo ritmo que imitaban las guitarras parece ahora convertirse en un acompañamiento de violines. El resultado se traduce en una música que parece situarnos en alguna escena del campo en el medioevo Británico, más precisamente en la zona norte. El momento sonoro toma la imaginación del que la escucha y la saca de su cuerpo, dejando a éste en un espacio y un tiempo que parecen carecer de relevancia.
Nos transportamos a un lugar donde se pueden observar varios personajes con kilt y ropa típica --usted escoja los colores-- danzándo los unos y tocando los otros.Van acercándose uno por uno, sin dejar de bailar, hacia un viejo que se moja las manos en pintura para luego embarrárselas en la cara. Cada uno lleva una marca diferente en el rostro. La niebla matutina los rodea mientras, suavemente, acaricia la clorofila del pasto y envuélve a las rocas en frescura. Ese velo gris que anuncia el arribo del sol parece descubrir el tono bélico mientras envuelve a los guerreros de esperanza.
La libertad sabe al filo de las espadas que súbitamente comienzan a chocar las unas contra las otras. El tono cambia, se hace más rápido y violento; Dragonforce acaba de desestilizar los contornos creando figuras poligonales. Nos convertimos entonces en el protagonista de un juego de video, apelando a la memoria que los tímbres y las velocísimas escalas que van siguiendo los guitarristas nos evocan de aquellos personajes salidos de la imaginación de Shigeru Miyamoto, aquellos personajes que movíamos con el pulgar de nuestra mano izquierda.
Podemos hacer nuestras las palabras del vocalista de la banda --lo invito a hacerlas suyas. Nos convertimos entonces en uno de aquellos héroes nobles que pululaban los cantos bretones y celtas. Así, parece que nos encontramos en un estado de adivinación del futuro próximo, de una prolepsis literaria que nos va detallando el sufrimiento necesario que pronto deberemos de traducir en sangre derramada por el campo de batalla.
Probablemente los momentos de más acción dentro de la lucha que se preveé se encuentren resumidos en los solos de Herman y Sam, dejando al receptor una libertad imaginativa en la cual cada uno puede recrear su propia historia -- debido a la insuperable rapidez y sadismo con el que parecen digitar cada uno de los trastes.
Finalmente la canción termina cuando termina también ese pensamiento del futuro. Dragonforce nos deja en un instante antes de la estampida; listos para la guerra. Y si bien regresamos de ese mundo onírico, no parecemos volver del todo.
De acuerdo con la interpretación que podemos hacer de esta pieza, y debido a la composición complicadamente buena y la dificultad casi imposible de imitar que representa la ejecución de cada uno de los instrumentos, según los cánones impuestos en esta columna le damos el siguiente adjetivo a Operation Ground and Pound de Dragonforce:
***** (¡Rockean durísimo!)

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