miércoles, 26 de septiembre de 2007

Sobre una frase de Bernard Shaw

El autor que referimos en el título, laureado con el premio Nóbel, dice lo siguiente: El hombre razonable se adapta al mundo; el no razonable persiste en intentar de adaptar el mundo a él mismo. Por tanto, todo progreso depende del hombre irracional.
¿Qué podrá decir esta frase y cómo poder argumentar la exégesis? Me gustaría, primero que nada, relacionarla con otra frase de Santo Tomás de Aquino. Quoniam dicentes se esse sapientes sulti facti sunt, dice (aquellos que se dicen ser sabios son en realidad unos necios).
La verdad humana en cuanto a conocimiento del mundo necesita, según las mismas ideas del hombre, ser comprobada. El científico, desde la invención del telescopio, crea aparatos que permiten al hombre tener otra perspectiva de la realidad; se comprueba que desde las dos o más perspectivas (la del hombre y la de la máquina) la hipótesis dada sobre el fenómeno funciona de igual manera. Para aquél que utiliza la lengua como elemento de comprobación, necesita una serie de estructuras para demostrar la verdad de lo enunciado; dichas estructuras se llaman silogismos o, simplemente, claves de la argumentación.
¿Quién es entonces un hombre razonable? Podríamos suponer que es aquél que participa de las bases paradigmáticas de su contexto y de su aplicación en los enunciados argumentativos. Sin embargo, como fue mencionado anteriormente, el inicio de los argumentos será siempre una hipótesis. (Si decimos: todos los hombres son mortales. Usted es hombre. Por lo tanto, usted es mortal ¿Cómo podemos comprobar que en realidad usted va a morir, que todos los seres humanos moriremos si, en efecto, no ha muerto el último ser humano? ¡vamos! Ni siquiera existe el último hombre en la tierra). En cuanto a la ciencia, se busca comprobar a través de que los aparatos lo registran de igual manera que los hombres. Toda nuestra exégesis del mundo se basa, por tanto, en las capacidades sensitivas que poseemos. Es en este punto de donde parte aquél individuo irracional; cuestiona las bases paradigmáticas que plantean la hipótesis. Nuestra percepción está subyugada a una serie de cambios que se han dado aleatoriamente en el organismo obligándonos a la adaptación al medio ambiente (al medio ambiente, subrayo). ¿Qué pasa entonces con otros seres vivos que captan de manera diferente el mundo? Digamos que un murciélago tiene un sistema auditivo de “visión” (ve con el oído), por tanto, si el ser humano conociera toda esa gama de posibilidades inconcebible que representa ese tipo de sensibilidad, seguramente la interpretación del mundo sería diferente.
Dijo en una conferencia Richard Dawkins que la materia es una ficción útil. Lo que sucede es que las estructuras del mundo se basan en una hipótesis, en una interpretación del mismo. Es por ello que funcionan los paradigmas que componen nuestra sociedad. Recordemos que éstas han tenido (y siguen teniendo en diferentes puntos geográficos; oriente y occidente) diferentes interpretaciones cosmogónicas y cosmogenéticas que sostienen taxológicamente y axiológicamente la realidad social.
No domina el que posee la verdad; posee la verdad el que domina. ¿Qué hace el hombre para dominar? Crear una “ficción útil” a los demás individuos; así de simple. Probablemente debe aún convencer que existe dicha utilidad, o que puede existir. Para ello se necesitan los argumentos, los cuales sabemos que parten de una premisa hipotética.
Olvidemos la idea de progreso que aparece en la frase de Shaw que es, precisamente, un paradigma del siglo XIX; más precisamente del positivismo. Transformémosla en un nuevo significado: cambio de pensamiento que transforma la cosmogonía social. Entonces tenemos que aquél que puede cambiar el pensamiento de una sociedad debe construir nuevas primeras premisas que rechacen un paradigma social.
Finalmente termino este ensayo haciendo una perífrasis alrededor de algunas ideas de Richard Dawkins. Y es que nuestra situación, nuestra percepción, nuestro punto de vista se encuentra en un “mundo medio” entre la realidad y lo irreal (algo parecido a las ideas de Platón). Mientras más avanzan los conocimientos científicos, más preguntas surgen sobre el universo y nosotros mismos. El universo puede observarse en su grandeza infinita y en su pequeñez infinita; en ambos casos, no podemos llegar a comprehenderlo en una mínima parte; nuestra percepción no lo permite. La misma materia que nos constituye, los átomos, no formaba nuestro organismo hace diez años; es decir, ninguno de los átomos que hoy están en su cuerpo, alocutario, pertenecían a él hace diez años. En una “realidad” que no responde siquiera a la pregunta quiénes somos (los humanos) ¿Cómo entonces va a poder comprender cualquier otra cosa?
Llegarán ideas más útiles para la supervivencia y, sobre todo, para la comodidad y la práctica social. Y algún día no muy lejano a este, la verdad será una cosa muy diferente a como la conocemos. Quoniam dicentes se esse sapientes sulti facti sunt, decía Santo Tomás.

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